martes, 8 de marzo de 2011

BAHÍA DEL RITMO Y DE LA GRACIA, por Rafael Alberti



Diestra en adoptar posturas lascivas al son de las castañuelas de la Bética y en cimbrearse siguiendo los ritmos de Cádiz, capaz de restituir el vigor a los miembros temblorosos de Pelias y de excitar al esposo de Hécuba junto a la hoguera de Héctor, Telethusa tortura y consume a su antiguo amo: él la vendió en otro tiempo como esclava y hoy la rescata como querida.
                             MARCIAL, Epigramas

Cuántas veces, oh Cádiz, te habré visto
unida al coro blanco de tus puertos,
casi en el aire, cimbrearte toda,
sobre el óvalo azul de tu bahía.
               
Bailan desnudos tus antiguos hombros,
bailan desnudos tus combados brazos,
bailan desnudas tus caderas largas,
tu grácil vientre y tus preciosas piernas.

Ven, Teletusa, romana de Cádiz,
ven a bailar bajo el sol marinero,
ven por la sal y las dunas calientes,
por las bodegas y verdes lagares.

Diestra en quebrar la delgada cintura,
en repicar los palillos sonoros,
diestra en volar sin dormirte en el vuelo,
en no pesar al pisar en la tierra.

Ven, que te sueñan tus gracias remotas.
Las gaditanas sonrisas no han muerto.
Del barandal de los finos balcones
cantan abiertas sus sales floridas.

Ven, Telethusa, los patios profundos,
sus emparrados secretos te esperan:
las Alegrías, el Polo, la Caña,
la Soledad y el Olé gaditano.

Hondas gargantas dolidas susurran,
lentas crepitan guitarras murientes.
Cádiz te ciñe, sus olas te abrazan,
tú eres el mar y la espuma de Cádiz.

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Rafael Alberti, Ora marítima (1953), en Retornos de lo vivo lejano. Ora marítima, Ed. Gregorio Torres Nebrera, Madrid, Cátedra, 1999, págs. 293-295.

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