miércoles, 8 de diciembre de 2010

5. Geografía: del canal Ponce a las cosas que se pueden hacer con las cañaíllas

Fotos de José Rasero, Gran Cañón Caleta I y II, 2010

La fundación de Gadir (cuyo nombre tiene que ver con “muro”: “recinto murado”) se sitúa en el siglo XII a.C., según las fuentes literarias, aunque los restos arqueológicos más antiguos datan del siglo VIII a.C. La tradición clásica situaba la fundación ochenta años después de la toma de Troya: en el 1104 a.C. Los navegantes de Tiro se establecieron en un archipiélago formado por las islas Erytheia, Kotinoussa y Antípolis, cuya geografía difería de la actual: Antípolis sería la Isla de León o San Fernando, llena de árboles y deshabitada. Lo que es hoy el casco urbano de Cádiz antes eran dos islas: al norte, la pequeña Erytheia, donde se estableció en principio la colonia fenicia, y hacia el sur Kotinoussa, que llegaba hasta lo que es Sancti Petri.

Todavía podemos ver un resto de la geografía antigua. Si nos situamos en La Caleta en bajamar se aprecia perfectamente que el arrecife del fondo marino está como cortado o dividido por un canal limpio, un pasadizo de arena. Al viajero le puede emocionar saber que justo por aquí se separaba el casco histórico en las dos islas que comunicaban con la bahía. El primero en formular la teoría del canal bahía-Caleta, que dividía el territorio urbano actual en dos, fue D. Francisco Ponce Cordones, que establecía el trazado así:

Parece comprobado que en la antigüedad un canal o vaguada submarina discurría por donde hoy se hallan la puerta monumental del muelle, la plaza de San Juan de Dios y la calle Alonso el Sabio (junto a los muros de la villa medieval) [hoy calle Pelota] y seguramente continuaría por la plaza de la Catedral y la calle San Juan, hasta llegar al lugar conocido por Puerto Chico, junto a la muralla del Campo del Sur o quizás hasta La Caleta, según sugiere Juan Ramón Ramírez, ateniéndose a las curvas de nivel.
Francisco Ponce Cordones, “Consideraciones en torno a la ubicación del Cádiz fenicio” (1976), Gades, Gadium, Gadibus, vol. I, Cádiz, Fundación Unicaja, 2007, págs. 15-32.

Ponce Cordones dedujo su teoría de los problemas de cimentación que se encontraron en 1950-1952 cuando se llevaron a cabo las obras del muelle de Ciudad al llegar a la altura de San Juan de Dios, y más tarde cuando se erigió el edificio de la compañía de seguros La Unión y el Fénix. A este trazado contribuye el testimonio de Agustín de Horozco, que decía que en su época (siglo XVI) la plaza de San Juan de Dios estaba ocupada por un estanque y constituía el verdadero muelle y puerto comercial de Cádiz. También tuvo en cuenta los problemas de cimentación de la Catedral, que hubo de alzarse en parte sobre pilotes asentados en un fondo limoso. Excavaciones posteriores han confirmado la hipótesis, y a día de hoy el mayor hallazgo es el que se ha hecho en el solar que ocupó el Teatro Andalucía, donde se han encontrado restos de un muro fenicio del siglo VIII a.C. y de una factoría romana de salazones. En época romana el canal bahía-Caleta desapareció por cegamiento.

Sería atractivo indicar de alguna manera aquella geografía en el trazado urbano actual: por ejemplo, con un pavimento como el del Paseo de Gracia de Barcelona, que reprodujo diseños de Antoni Gaudí. Se podría convocar un concurso con la condición de que las baldosas incluyeran un homenaje a la cañaílla. La razón: a los fenicios se les atribuye la invención del tinte conocido como “púrpura de Tiro”, que se obtenía en el Mediterráneo de algunas especies de moluscos del género murex, una de las cuales es la cañaílla. Con la púrpura tienen que ver los topónimos "Canaan" y "Phoenicia": "Canaan" puede derivar de la palabra acacia kinahhu (rojo-púrpura), mientras que "Phoenicia" deriva del griego phoinos (rojo oscuro). Ni que decir tiene que la púrpura era un artículo de superlujo: se necesitaban unos 12.000 caracoles para obtener de sus vesículas 1,4 gramos de producto, con los que escasamente llegaba para teñir un único paño del tamaño de una toga. El peso de la púrpura era, obviamente, cosa de reyes.

Vista aérea del castillo de San Sebastián donde se aprecia perfectamente el canal que divide el arrecife de La Caleta

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